La artista entra en diálogo con los elementos con los que trabaja, los observa, los escucha y de esa comunicación surge esta creación viva. Su experiencia en la instalación artística ha sido cultivada a partir de los materiales que utiliza. Trabajar con elementos orgánicos que tienden a descomponerse en su estado natural, hacen que sus obras sean efímeras. 

Cada elemento y símbolo tiene una intención visual y energética, con el deseo de evocar la memoria de los sentidos. El proceso de este tejido llama a la memoria de los pueblos ancestrales, de las abuelas tejedoras y del abuelo Kan, serpiente, quien se enrolla y desenrolla evocando la transformación física, energética y espiritual. 

El lenguaje de los símbolos, es el lenguaje de la naturaleza y es el primitivo lenguaje de la humanidad,  que sobrevive en nuestra sangre y en nuestra genética. La Serpiente es una imagen permanente en las manifestaciones artísticas y rituales de los pueblos ancestrales, simbolizando la sabiduría, la eternidad, la transformación, la sanación. El color rojo y negro del tejido, simbolizan  el amanecer y el anochecer, la dualidad y el cambio presente en todas las formas de la naturaleza. La doble espiral es el movimiento continuo en donde la transformación es cíclica y todo es temporal, la piel de la serpiente mutará como la misma piel de la naranja. 

Mutación es un tejido que invita a tejer colectivamente, desde los diferentes pueblos, desde la diversidad que somos. Más allá del trabajo artístico y estético, el proceso de la pieza va ligado a un trabajo energético, espiritual y personal a través de las  búsquedas y convicciones de la artista. 

Alejandra Hidalgo Bran

1981, Guatemala