La lucha de las mujeres implica un despertar individual para formar parte de la construcción de nuevas mundas, una lucha que debe ser constante y colectiva siempre.
Sophia Arrazola
Esta obra participativa es un altar, un espacio vivo, un homenaje a nuestros cuerpos, un esfuerzo por hacernos visibles y reclamar nuestro derecho a vivir como mujeres libres, en dignidad y autonomía.
La obra conmemora las vivencias de las mujeres que se formaron en el taller “Bordando futuros y autonomías” liderado por Mi Calle, Nuestra Calle, busca cuestionar abiertamente esa castración que la sociedad hace de nuestros cuerpos, quitándonos el dominio sobre ellos y despojándonos de la posibilidad de gozar y poseerlo nuestro territorio corporal.
A través de un proceso de curaduría comunitaria, juntas creamos una serie de cuerpos escultóricos hechos con prendas personales de las mujeres que a través del bordado y un proceso de formación de autonomías fueron resignificando y dignificando con el objetivo de reclamar su derecho a decidir.
La composición expresa la conciencia colectiva de las mujeres, haciendo énfasis en el reconocimiento de que tenemos un cuerpo y somos un peso en el espacio físico y en la sociedad. No podemos seguir permitiendo que las decisiones sobre nuestro cuerpo sean el resultado de las presiones sociales, para empoderarnos y transformar nuestro entorno social requerimos ejercer dominio sobre nosotras mismas y hacernos visibles.
A través de un ritual en el que invitamos a nuestra comunidad a participar, inauguramos el territorio corporal que nos pertenece para liberamos de la culpa y amar nuestro cuerpo sea como sea, sin pretender obligarlo a encajar en el modelo ideal de cuerpo comercial. Gordo o flaco, reconocemos que es nuestro cuerpo, nos pertenece, y ese es el primer paso para liberarnos del sistema patriarcal.